NOSOTRAS

NOSOTRAS
Arte:Susana Khabbaz

jueves, 21 de marzo de 2013

LA IMPORTANCIA DE USAR FALDA





Mi amiga me ha mandado este e-mail, la verdad es que ya lo sabía pero no 
lo practico mucho.

Voy a probar una semana, cada día una falda de mi armario, seguro que
tengo siete, después evaluaré los resultados y ya os contaré si he notado 
cambios.

Creo que si, ya veremos

HYR


Hola chicas , esto es para nosotras , la verdad es que me siento distinta
cuando uso falda y solo lo hago en verano, .....usad el discernimiento en
todo .....
Un enorme abrazo :)
Maria.



 LA IMPORTANCIA DE USAR FALDA

       La mujer está conectada en su mayoría con la energía de la Gran
Madre y con el poder de lo Sagrado Femenino, el mismo que trabaja la
energía sexual --- que es un flujo poderosísimo que nos ancla a la materia
pero que si la sabemos dominar y usar a nuestro favor nos dará un gran
poder ---, pues es esta misma energía creadora de la ilusión, de lo que
conocemos como real, como mundo material. Y el chakra encargado de esta
conexión, con la energía sexual o de la Madre Tierra, justamente es el
chakra menos conocido, explorado y dominado, el chakra Raiz.

La práctica, dominio y trabajo con este centro energético nos permite
reactivar el poder dentro de nosotras para poder manejar la materia. La
mujer es la poseedora en gran parte de esto, pero justamente ha bloqueado
por ignorancia este centro al grado de casi desaparecerlo, y con ello
muchas cosas se ponen en riesgo y en caos.

Por qué?... Porque al estar bloqueado este puente de donde se extrae la
energía necesaria para mantener el sistema, la ilusión o materia en un
orden perfecto como creadoras, teniendo el control de nuestra creación, se
cancela toda posibilidad de el dominio de lo antes mencionado y el cuerpo
físico también empieza descomponerse a alterarse a estar desequilibrado, y
por ende todo lo externo también.

La mujer desde la pre-historia usó faldas, que dejaban en una conexión
total y haciendo un puente perenne entre el chakra raíz y el área sexual
femenina, teniendo así el flujo de energía activa constantemente.

Los antiguos sacerdotes Atlantes, Egipcios, así como Jesús, Buda entre
otros, usaban faldas, permitiendo la comunicación constante y el flujo de
energía entre la Tierra y el área sexual, misma que les daba poder. Aún en
nuestro días los sacerdotes y gente que maneja el poder sagrado usan faldas
para tener este puente energético activo.

Es importante que la mujer moderna recuerde la importancia de permitir el
paso de la energía de la Diosa de la Tierra, hacia el útero que es en donde
se puede crear todo con el uso o enfoque mental, y así tener más poder de
lo externo y de lo interno. Es necesario que la mujer regrese al uso de las
faldas, para que vaya sanando día con día este puente, y haciendo que su
chakra Raíz regrese a estar firme, pleno y poderoso así como brillante para
un mayor poder, y así levantar por este mismo medio la Energía Kundalini
para bien de ella y del planeta.

Una mujer que contemple esto podrá reactivar esta energía de la Kundalini,
energía sagrada sexual en ella, para su propia curación y despertar con la
meditación. Y así ayudará la reconexión de los chakras superiores,
trabajando la energía etérica sin forma masculina del padre o Dios.

Cuando una mujer usa una falda --- debido a la conexión tan importante de
la energía de la Madre o Diosa al área sexual, que es el centro de
creación, formación y poder femenino --- la energía se concentra dándole a
ella la oportunidad de usar una gran cantidad de energía de forma ilimitada
para cualquier cosa... como curar a personas, predecir el futuro, curarse
así misma, canalizar, armonizar, dominar, guiar, materializar, entre muchas
cosas que suceden con el flujo de energía que se logra solo al usar falda.

Normalmente, una mujer cuando usa falda no tiene idea de lo que esta
trabajando y de la cantidad de energía que está moviendo --- ya que también
dependiendo de la falda la energía será sexual, jovial y de vitalidad, o
sagrada y de guía de luz ---. Por ejemplo, con una falda larga la conexión
con la Tierra es como una especie de túnel cerrado que permite mas
capacidad y sabiduría. Las mujeres en la actualidad, cuando traigan falda,
tendrán mas admiración, respeto, y magia sobre los que la rodean... aunque
no estén conscientes de lo que esta pasando.

TENSIONES ELÁSTICAS



Donde haya un elástico, un cinturón o algo que aprieta, para evitar sentir como invasora esa opresión, el cuerpo la auxilia imitando una restricción análoga.

Quien usa un par de pantalones con la cintura ajustada o tiene siempre el elástico de la ropa interior alrededor de la cintura, después de un tiempo no se da cuenta y es habitual que diga que le sienta muy bien. Esto es así, porque tiene una serie de músculos constantemente tensionados para reproducir con el cuerpo la misma acción producida por el elástico o por el cinturón. Nos demos cuenta o no, el sistema nervioso registra la tensión del elástico como una actividad a la que hay que ayudar.
En las mujeres que usan habitualmente medias se observa, en general, un surco en la cintura —no en la piel sino más profundo, en el tejido conectivo— debido a la tensión constante que el sistema nervioso ha memorizado como comando fijo para ese punto. Es un surco que se asemeja a las líneas de la mano, que no son producidas por el modo en que se la dobla o se la usa, sino por una suerte de mapeo del sistema nervioso. (Tanto es así que, si la mano se lastima, una vez que se reconstituye el estrato epidérmico, las líneas reaparecen exactamente iguales. Éste es el motivo por el cual, en la lectura de la mano, se le da tanta importancia a estos signos que reflejan algo verdaderamente peculiar que tiene cada individuo.)

Las medias se caracterizan por un elástico que invita al cuerpo a contener la respiración, a crear un surco; cuando la respiración es contenida, se establece una barrera física. Todo se complica por el hecho de que, cada vez que se siente en el cuerpo una tensión de este tipo, se tiende a cubrirla con algo que ayude a mantener esa tensión. Así que, quien quiera cerrar o aislar las vísceras, o crear una separación entre la parte superior e inferior del cuerpo, sólo debe colocarse un cinturón, un elástico o un vestido ajustado para impedir la integración emocional y de movimiento del cuerpo. Cuando se usa prenda que no tiene tajos horizontales, en cambio, el organismo es invitado a una mayor conexión energética integral. La respiración y el movimiento de la fascia tienden espontáneamente a reorganizarse como una onda entre arriba y abajo, sin interrupciones en la zona donde está presente la máxima concentración de órganos vitales. Éste es un dato que se comienza finalmente a tener en cuenta, ya que desde hace unos años las mayores casas de producción de indumentaria deportiva de los Estados Unidos han comenzado a introducir en los propios catálogos un mono para esquí. Hasta hace poco, la inexistencia de monos deportivos de este tipo había sido testimonio de la difundida dificultad para concebir el cuerpo como una unidad homogénea entre arriba y abajo, como si una neta separación fuese inevitable.

La misma concepción de un cuerpo divido entre el arriba y el abajo se encuentra, además, tanto en la dificultad para adquirir o vender prendas enteras y en la tendencia a ponerle cinturones y elásticos en la cintura, así como en el uso de los colores de la ropa. Por cierto, el hecho de que sea más fácil encontrar colores claros para camisas y remeras que para faldas y pantalones responde a motivaciones de orden práctico. Sin embargo, en alguna medida, esto puede ser leído también como una metáfora de los distintos miedos que inconscientemente son relegados a diferentes partes del cuerpo y que empujan a tener en la sombra la zona inferior —tapándola con tejidos oscuros— y a resaltar la zona superior. De la misma manera en que la habitación que se usa mucho, es más luminosa y aireada, mientras que la que se usa sólo en ciertas ocasiones tiene las persianas bajas y las ventanas cerradas, el color de las prendas y la calidad de su tejido también evidencian la eliminación de lo que, por conveniencia estratégica, es dejado de lado.

J. Tolja – F. Speciani

martes, 12 de marzo de 2013

DANZA DERVICHE FEMENINA



En los jardines de Iran, las calas bailan la danza
de UNIDAD, anhelando el REGRESO al
FIRDAWS (Jardín del paraíso)

Poesía visual

Hayar


jueves, 28 de febrero de 2013

MARINA ABRAMOVIC Y MEET ULAY








Qué intensidad! En los años 70, Marina Abramovic mantuvo una intensa historia de amor con Ulay. 
Pasaron 5 años viviendo en una furgoneta realizando toda clase de performances. 
En los 80, cuando su relación ya no daba para más, decidieron recorrer la Gran Muralla China, 
empezando cada uno de un lado, para encontrarse en el medio, abrazarse y no volver a verse nunca más. 
Cada uno caminó 2.500 km, se encontraron, y despidieron.

23 años después, en 2010, cuando Abramovic ya era una artista consagrada, el MoMa de Nueva York dedicó 
una retrospectiva a su obra. Dentro de la misma, Marina compartía un minuto en silencio con cada extraño que 
se sentaba frente a ella. Ulay llegó sin que ella lo supiera, y esto fue lo que pasó:

NUEVO BLOG DE FOTOS ENFOCADOS



Hola amig@s bloguer@s, somos imparables ¿Verdad?
Siempre explorando territorios nuevos, buscando nuevos enfoques.

Aquí os presento este nuevo Blog que comparto con mi pareja armonizada.

http://estarenfocados.blogspot.com.es/

Somos aficionados, pero compartimos esta pasión.

Espero que vayamos mejorando cada día más.

Con la Canon, Nikon y Nokia móvil que hace unas fotos increíbles.

miércoles, 27 de febrero de 2013

ECLÉCTICA



RUMI Y EL ELEFANTE

Los ciegos y la cuestión del elefante

Más allá de Ghor había una ciudad. Todos sus habitantes eran ciegos. 
Un rey con su cortejo llegó cerca del lugar, trajo su ejército y acampó en el desierto. 
Tenía un poderoso elefante que usaba para atacar e incrementar el temor de la gente.
La población estaba ansiosa por ver al elefante, y algunos ciegos de esta ciega comunidad 
se precipitaron como locos para encontrarlo.
Como no conocían ni siquiera la forma y aspecto del elefante tantearon ciegamente, 
para reunir información, palpando algunas partes de su cuerpo.
Cada uno pensó que sabía algo, porque pudo tocar una parte de él.
Cuando volvieron junto a sus conciudadanos, impacientes grupos se apiñaron a su alrededor. 
Todos estaban ansiosos, buscando equivocadamente la verdad de boca de aquellos que se
 hallaban errados.
Preguntaron por la forma y aspecto del elefante, y escucharon todo lo que aquellos dijeron.
Al hombre que había tocado la oreja le preguntaron acerca de la naturaleza del elefante. 
El dijo: "Es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa como un felpudo."
Y el que había palpado la trompa dijo: "Yo conozco los hechos reales, 
es como un tubo recto y hueco, horrible y destructivo."
El que había tocado sus patas dijo: "Es poderoso y firme como un pilar."
Cada uno había palpado una sola parte de las muchas. Cada uno lo había percibido erróneamente. 
Ninguno conocía la totalidad: el conocimiento no es compañero de los ciegos. 
Todos imaginaron algo, algo equivocado.
La criatura humana no está informada acerca de la divinidad. 
No existe Camino en esta ciencia por medio del intelecto ordinario.

RUMI

Este es mi cuento favorito de todos los cuentos, como no, tenía que ser de Rumi.
Todos tienen un trozo de la verdad, pero nadie tiene la verdad absoluta.
Pero todos los trocitos juntos pueden dar una visión más amplia y completa de la Realidad.

Cuando vi estos dibujos buscando imágenes eclécticas también pensé en el cuento del 
elefante de Rumi. Aunque no es exactamente lo mismo tiene que ver con visiones parciales de la realidad, aunque en el cuento todas son de un mismo animal, son percepciones distintas. 

Y en  los dibujos todos los trozos son de diferentes caras, pero son los mismos 
órganos.
Estoy feliz con el descubrimiento de esta palabra.

Encajo, yo que jamás encajé en nada 100 %, aquí "la fuera de tiesto siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
por fin".
Que alegría, SOY ECLÉCTICA.

HYR


Así que consultamos eclecticismo:

https://es.wikipedia.org/wiki/Eclecticismo

miércoles, 13 de febrero de 2013

LA REINA VICTORIA Y EL PRÍNCIPE ALBERTO




UNA BELLA PAREJA REAL ARMONIZADA






Fuente: Las monografías de
Biografías y Vidas
Victoria I de Inglaterra
La reina Victoria de Inglaterra ascendió al trono a los dieciocho años y se mantuvo en él más tiempo que ningún otro soberano de Europa. Durante su reinado, Francia conoció dos dinastías regias y una república, España tres monarcas e Italia cuatro. En este dilatado período, que precisamente se conoce como "era victoriana", Inglaterra se convirtió en un país industrial y en una potencia de primer orden, orgullosa de su capacidad para crear riqueza y destacar en un mundo cada vez más dependiente de los avances científicos y técnicos. En el terreno político, la ausencia de revoluciones internas, el arraigado parlamentarismo inglés, el nacimiento y consolidación de una clase media y la expansión colonial fueron rasgos esenciales del victorianismo; en lo social, sus fundamentos se asentaron en el equilibrio y el compromiso entre clases, caracterizados por un marcado conservadurismo, el respeto por la etiqueta y una rígida moral de corte cristiano. Todo ello protegido y fomentado por la figura majestuosa e impresionante, al mismo tiempo maternal y vigorosa, de la reina Victoria, verdadera protagonista e inspiradora de todo el siglo XIX europeo.
Victoria I de Inglaterra
La que llegaría a ser soberana de Gran Bretaña e Irlanda y emperatriz de la India nació el 24 de mayo de 1819, fruto de la unión de Eduardo, duque de Kent, hijo del rey Jorge III, con la princesa María Luisa de Sajonia-Coburgo, descendiente de una de las más antiguas y vastas familias europeas. No es de extrañar, por lo tanto, que muchos años después Victoria no encontrase grandes diferencias entre sus relaciones personales con los distintos monarcas y las de Gran Bretaña con las naciones extranjeras, pues desde su nacimiento estuvo emparentada con las casas reales de Alemania, Rumania, Suecia, Dinamarca, Noruega y Bélgica, lo que la llevó muchas veces a considerar las coronas de Europa como simples fincas de familia y las disputas internacionales como meras desavenencias domésticas.
La niña, cuyo nombre completo era Alejandrina Victoria, perdió a su padre cuando sólo contaba un año de edad y fue educada bajo la atenta mirada de su madre, revelando muy pronto un carácter afectuoso y sensible, a la par que despabilado y poco proclive a dejarse dominar por cualquiera. El vacío paternal fue ampliamente suplido por el enérgico temperamento de la madre, cuya vigilancia sobre la pequeña era tan tiránica que, al alborear la adolescencia, Victoria todavía no había podido dar un paso en el palacio ni en los contados actos públicos sin la compañía de ayas e institutrices o de su misma progenitora. Pero como más tarde haría patente en sus relaciones con los ministros del reino, Victoria resultaba indomable si primero no se conquistaba su cariño y se ganaba su respeto.
Victoria a los cuatro años (cuadro
de Stephen Poyntz Denning)
Muerto su abuelo Jorge III el mismo año que su padre, no tardó en ser evidente que Victoria estaba destinada a ocupar el trono de su país, pues ninguno de los restantes hijos varones del rey tenía descendencia. Cuando se informó a la princesa a este respecto, mostrándole un árbol genealógico de los soberanos ingleses que terminaba con su propio nombre, Victoria permaneció callada un buen rato y después exclamó: "Seré una buena reina". Apenas contaba diez años y ya mostraba una presencia de ánimo y una resolución que serían cualidades destacables a lo largo de toda su vida.
Jorge IV y Guillermo IV, tíos de Victoria, ocuparon el trono entre 1820 y 1837. Horas después del fallecimiento de éste último, el arzobispo de Canterbury se arrodillaba ante la joven Victoria para comunicarle oficialmente que ya era reina de Inglaterra. Ese día, la muchacha escribió en su diario: "Ya que la Providencia ha querido colocarme en este puesto, haré todo lo posible para cumplir mi obligación con mi país. Soy muy joven y quizás en muchas cosas me falte experiencia, aunque no en todas; pero estoy segura de que no hay demasiadas personas con la buena voluntad y el firme deseo de hacer las cosas bien que yo tengo". La solemne ceremonia de su coronación tuvo lugar en la abadía de Westminster el 28 de junio de 1838.
Una reina de dieciocho años
La tirantez de las relaciones de Victoria con su madre, que aumentaría con su llegada al trono, se puso ya de manifiesto en su primer acto de gobierno, que sorprendió a los encopetados miembros del consejo: les preguntó si, como reina, podía hacer lo que le viniese en real gana. Por considerarla demasiado joven e inexperta para calibrar los mecanismos constitucionales, le respondieron que sí. Ella, con un delicioso mohín juvenil, ordenó a su madre que la dejase sola una hora y se encerró en su habitación. A la salida volvió a dar otra orden: que desalojaran inmediatamente de su alcoba el lecho de la absorbente duquesa, pues en adelante quería dormir sin compartirlo. Las quejas, las maniobras y hasta la velada ruptura de la madre nada pudieron hacer: su imperio había terminado y su voluntariosa y autoritaria hija iba a imponer el suyo. Y no sólo en la intimidad; también daría un sello inconfundible a toda una época, la que se ha denominado justamente con su nombre.
Victoria recibiendo de Lord Conyngham y del Arzobispo
de Canterbury la noticia de su ascensión al trono
La sangre alemana de la joven reina no provenía únicamente de la línea materna, con su ascendencia más remota en un linaje medieval; había entrado con la entronización de la misma dinastía, los Hannover, que fueron llamados en 1714 desde el principado homónimo en el norte de Alemania para coronar el edificio constitucional que había erigido en el siglo XVIII la Revolución inglesa. Sus soberanos dejaron, en general, un recuerdo borrascoso por sus comportamientos públicos y privados y los feroces castigos infligidos a quienes se atrevían a criticarlos, pero presidieron la rápida ascensión de Gran Bretaña hacia la hegemonía europea.
Una pálida excepción la procuró Jorge III, de larga y desgraciada vida (su reinado duró casi tanto como el de Victoria), a causa de sus periódicas crisis de locura. Fue, sin embargo, respetado por sus súbditos, en razón de esa desgracia y de sus irreprochables virtudes domésticas. La mayoría de sus seis hijos no participaron de esta ejemplaridad y el heredero, Jorge IV, dañó especialmente con sus escándalos el prestigio de la monarquía, que sólo pudo reparar en parte su sucesor, Guillermo IV.
Al fallecer el rey Guillermo IV el 20 de junio de 1837 y convertirse en su sucesora al trono, Victoria tenía ante sí una larga tarea. Los celosos cuidados de la madre habían procurado sustraerla por completo a las influencias perniciosas de los tíos y del ambiente disoluto de la corte, regulando su instrucción según austeras pautas, imbuidas de un severo anglicanismo. Su educación intelectual fue algo precaria, pues parecía rebuscado pensar que la muerte de otros herederos directos y la falta de descendencia de Jorge IV y de Guillermo IV le abrirían el paso a la sucesión. Pero ello no impediría que la reina desempeñara un papel fundamental en el resurgimiento de un indiscutible sentimiento monárquico al aproximar la corona al pueblo, borrando el recuerdo de sus antecesores hasta afianzar sólidamente la institución en la psicología colectiva de sus súbditos. No fue tarea fácil. Sus hombres de estado tuvieron que gastar largas horas en enseñarle a deslindar el ámbito regio en las prácticas constitucionales, y procuraron recortar la influencia de personajes dudosos de la corte, como el barón de Stockmar, médico, o la baronesa de Lehzen, una antigua institutriz. Los mayores roces se producirían con sus injerencias en la política exterior, y particularmente en las procelosas cuestiones de Alemania, cuando bajo la égida de Prusia y de Bismarck surgió allí el gran rival de Gran Bretaña, el imperio germano.

La reina Victoria en 1843
(retrato de Franz Xavier Winterhalter)
En el momento de la coronación, la escena política inglesa estaba dominada por William Lamb, vizconde de Melbourne, que ocupaba el cargo de primer ministro desde 1835. Lord Melbourne era un hombre rico, brillante y dotado de una inteligencia superior y de un temperamento sensible y afable, cualidades que fascinaron a la nueva reina. Victoria, joven, feliz y despreocupada durante los primeros meses de su reinado, empezó a depender completamente de aquel excelente caballero, en cuyas manos podía dejar los asuntos de estado con absoluta confianza. Y puesto que lord Melbourne era jefe del partidowhig (liberal), ella se rodeó de damas que compartían las ideas liberales y expresó su deseo de no ver jamás a untory (conservador), pues los enemigos políticos de su estimado lord habían pasado a ser automáticamente sus enemigos.
Tal era la situación cuando se produjeron en la Cámara de los Comunes diversas votaciones en las que el gabinetewhig de lord Melbourne no consiguió alcanzar la mayoría. El primer ministro decidió dimitir y los tories, encabezados por Robert Peel, se dispusieron a formar gobierno. Fue entonces cuando Victoria, obsesionada con la terrible idea de separarse de lord Melbourne y verse obligada a sustituirlo por Robert Peel, cuyos modales consideraba detestables, sacó a relucir su genio y su testarudez, disimulados hasta entonces: su negativa a aceptar el relevo fue tan rotunda que la crisis hubo de resolverse mediante una serie de negociaciones y pactos que restituyeron en su cargo al primer ministro whig. Lord Melbourne regresó al lado de la reina y con él volvió la felicidad, pero pronto iba a ser desplazado por una nueva influencia.
El príncipe Alberto
El 10 de febrero de 1840 la reina Victoria contrajo matrimonio. Se trataba de una unión prevista desde muchos años antes y determinada por los intereses políticos de Inglaterra. El príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, alemán y primo de Victoria, era uno de los escasísimos hombres jóvenes que la adolescente soberana había tratado en su vida y sin duda el primero con el que se le permitió conversar a solas. Cuando se convirtió en su esposo, ni la predeterminación ni el miedo al cambio que suponía la boda impidieron que naciese en ella un sentimiento de auténtica veneración hacia aquel hombre no sólo apuesto, exquisito y atento, sino también dotado de una fina inteligencia política.
El príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha
(retrato de Franz Xavier Winterhalter, 1846)
Alberto tampoco dejó de tener sus dificultades al principio. Por un lado, tardó en acostumbrarse al puesto que le había trazado de antemano el parlamento, el de príncipe consorte, un status que adquirió a partir de él (en Gran Bretaña y en Europa) sus específicas dimensiones. Por otro lado, tardó aún más en hacerse perdonar una cierta inadaptación a los modos y maneras de la aristocracia inglesa, al soslayar su innata timidez con el clásico recurso del envaramiento oficial y la altivez de trato. Pero con el tacto y perseverancia del príncipe, y la viveza natural y el sentido común de Victoria, la real pareja despejó en una misma voluntad todos los obstáculos y se granjeó un universal respeto con sus iniciativas. Fue el suyo un amor feliz, plácido y hogareño, del que nacieron cuatro hijos y cinco hijas; ellos y sus respectivos descendientes coparon la mayor parte de las cortes reales e imperiales del continente, poniendo una brillante rúbrica a la hegemonía de Gran Bretaña en el orbe, vigente hasta la Primera Guerra Mundial. Llegó el día en que Victoria fue designada «la abuela de Europa».
Alberto fue para Victoria un marido perfecto y sustituyó a lord Melbourne en el papel de consejero, protector y factótum en el ámbito de la política. Y ejerció su misión con tanto acierto que la soberana, aún inexperta y necesitada de ese apoyo, no experimentó pánico alguno cuando en 1841 el antaño aborrecido Peel reemplazó por fin a Melbourne al frente del gabinete. A partir de ese momento, Victoria descubrió que los políticos tories no sólo no eran monstruos terribles, sino que, por su conservadurismo, se hallaban mucho más cerca que loswhigs de su talante y sus creencias. En adelante, tanto ella como su marido mostraron una acusada predilección por los conservadores, siendo frecuentes sus polémicas con los gabinetes liberales encabezados por lord Russell y lord Palmerston.
La reina Victoria y el príncipe en el castillo de Windsor
La habilidad política del príncipe Alberto y el escrupuloso respeto observado por la reina hacia los mecanismos parlamentarios, contrariando en muchas ocasiones sus propias preferencias, contribuyeron en gran medida a restaurar el prestigio de la corona, gravemente menoscabado desde los últimos años de Jorge III a causa de la manifiesta incompetencia de los soberanos. Con el nacimiento, en noviembre de 1841, del príncipe de Gales, que sucedería a Victoria más de medio siglo después con el nombre de Eduardo VII, la cuestión sucesoria quedó resuelta. Puede afirmarse, por lo tanto, que en 1851, cuando la reina inauguró en Londres la primera Gran Exposición Internacional, la gloria y el poder de Inglaterra se encontraban en su momento culminante. Es de señalar que Alberto era el organizador del evento; no hay duda de que había pasado a ser el verdadero rey en la sombra.
El esplendor de la viudez
A lo largo de los años siguientes, Alberto continuó ocupándose incansablemente de los difíciles asuntos de gobierno y de las altas cuestiones de Estado. Pero su energía y su salud comenzaron a resentirse a partir de 1856, un año antes de que la reina le otorgase el título de príncipe consorte con objeto de que a su marido le fueran reconocidos plenamente sus derechos como ciudadano inglés, pues no hay que olvidar su origen extranjero. Fue en 1861 cuando Victoria atravesó el más trágico período de su vida: en marzo fallecía su madre, la duquesa de Kent, y el 14 de diciembre expiraba su amado esposo, el hombre que había sido su guía y soportado con ella el peso de la corona.
Como en otras ocasiones, y a pesar del dolor que experimentaba, la soberana reaccionó con una entereza extraordinaria y decidió que la mejor manera de rendir homenaje al príncipe desaparecido era hacer suyo el objetivo central que había animado a su marido: trabajar sin descanso al servicio del país. La pequeña y gruesa figura de la reina se cubrió en lo sucesivo con una vestimenta de luto y permaneció eternamente fiel al recuerdo de Alberto, evocándolo siempre en las conversaciones y episodios diarios más baladíes, mientras acababa de consumar la indisoluble unión de monarquía, pueblo y estado.
La familia real británica en 1880
Desde ese instante hasta su muerte, Victoria nunca dejó de dar muestras de su férrea voluntad y de su enorme capacidad para dirigir con aparente facilidad los destinos de Inglaterra. Mientras en la palestra política dos nuevos protagonistas, el liberal Gladstone y el conservador Disraeli, daban comienzo a un nuevo acto en la historia del parlamentarismo inglés, la reina alcanzaba desde su privilegiada posición una notoria celebridad internacional y un ascendiente sobre su pueblo del que no había gozado ninguno de sus predecesores. En un supremo éxito, logró también que una aristocracia proverbialmente licenciosa se fuera impregnando de los valores morales de la burguesía, a medida que ésta llevaba a su apogeo la revolución industrial y cercenaba las competencias del último reducto nobiliario, la Cámara de los Lores. Ella misma extremó las pautas más rígidas de esa moral y le imprimió ese sello personal algo pacato y estrecho de miras, que no en balde se ha denominado victoriano.
El único paréntesis en este estado de viudez permanente lo trajeron los gobiernos de Disraeli, el político que mejor supo penetrar en el carácter de la reina, alegrarla y halagarla, y desviarla definitivamente de su antigua predilección por los whigs. También la convirtió en símbolo de la unidad imperial al coronarla en 1877 emperatriz de la India, después de dominar allí la gran rebelión nacional y religiosa de los cipayos. La hábil política de Disraeli puso asimismo el broche a la formidable expansión colonial (el imperio inglés llegó a comprender hasta el 24 % de todas las tierras emergidas y 450 millones de habitantes, regido por los 37 millones de la metrópoli) con la adquisición y control del canal de Suez. Londres pasó a ser así, durante mucho tiempo, el primer centro financiero y de intercambio mundial. Un sinfín de guerras coloniales llevó la presencia británica hasta los últimos confines de Asia, África y Oceanía.
La reina Victoria en 1897, durante las ceremonias que conmemoraron el 60º aniversario de su coronación
Durante las últimas tres décadas de su reinado, Victoria llegó a ser un mito viviente y la referencia obligada de toda actividad política en la escena mundial. Su imagen pequeña y robusta, dotada a pesar de todo de una majestad extraordinaria, fue objeto de reverencia dentro y fuera de Gran Bretaña. Su apabullante sentido común, la tranquila seguridad con que acompañaba todas sus decisiones y su íntima identificación con los deseos y preocupaciones de la clase media consiguieron que la sombra protectora de la llamada Viuda de Windsor se proyectase sobre toda una época e impregnase de victorianismo la segunda mitad del siglo.
Su vida se extinguió lentamente, con la misma cadencia reposada con que transcurrieron los años de su viudez. Cuando se hizo pública su muerte, acaecida el 22 de enero de 1901, pareció como si estuviera a punto de producirse un espantoso cataclismo de la naturaleza. La inmensa mayoría de sus súbditos no recordaba un día en que Victoria no hubiese sido su reina.

sábado, 9 de febrero de 2013

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS


Clarissa Pinkola Estés Mujeres que corren con los lobos La doctora Clarissa Pinkola Estés es una psicoanalista junguiana internacionalmente reconocida como especialista, poeta, contadora y guardiana de antiguos cuentos de la tradición latinoamericana. Se doctoró en Estudios Interculturales y Psicología Clínica, y desde hace 23 años se dedica a la enseñanza y a la práctica privada de la psicología. Ha sido directora ejecutiva del C. G. Jung Center for Education and Research.

viernes, 8 de febrero de 2013

VOLVER AL HOGAR



VOLVER AL HOGAR "
¿Qué es el ansia de hogar?
Es el instinto de volver, de ir al lugar recordado.
Es la capacidad de encontrar tanto de día como de noche el propio hogar.
Todas sabemos cómo regresar a casa.

jueves, 31 de enero de 2013

La dama del agua


Esta Dama del agua con bebe en brazos la capturé jugando con la velocidad de obturación con mi nueva Nikon.

jueves, 24 de enero de 2013

LA DESAFIANTE


La Desafiante -

Si la Iniciación es abrir una puerta, no es raro que algo pase a través de ella.

 Esa es "La Desafiante", el aspecto de la Diosa que desarraiga definitivamente
lo que estorba el fluir de la energía creadora.

Lo que antes era un "No", se convierte en un "Basta".

Toda la urgente necesidad de ser lo que se debe, se concentra en ella.

Hay infinita solicitud en la acción desarraigante.

 Hay una definida preocupación por el buen resultado de cada proyecto,
de cada creación en marcha.

 Por eso hay firmeza y decisión extirpadora.

A veces oponerse es el más radical acto de amor.

 Fragmento del libro "La Diosa en Nosotras" de Ethel Morgan

Agradezco la imagen a Mateo Arfanotti, artista italiano nacido en la ciudad de Sarzana.

martes, 8 de enero de 2013

ELLA: CLARA CAMPOAMOR


Clara Campoamor. La mujer olvidada (TV) (2011) español...

En el año 1931, en España se proclama la Segunda República.
En este contexto, las mujeres son elegibles pero no pueden votar.
Clara Campoamor y Victoria Kent son las primeras mujeres
diputadas que pisan las cortes y se plantean muy firmemente luchar
por los derechos de la mujer.

 Clara Campoamor sabe que eso pasa por una primera y gran conquista:
 el voto femenino.

A partir de este momento, su lucha no es nada fácil.
Muy pronto encuentra su primer obstáculo:
sus propios compañeros de partido, republicanos, de izquierdas,
temen que las mujeres voten influenciadas por la iglesia y,
 por ello, a la derecha, así que le dan la espalda...

 EN TODO EL MUNDO FUERON NECESARIAS MILES DE MUJERES
SUFRAGISTAS PARA CONSEGUIR EL VOTO FEMENINO.
EN ESPAÑA LO CONSIGUIÓ UNA SOLA MUJER
DESDE LA TRIBUNA DE UN PARLAMENTO.

PARA VER LA PELÍCULA http://www.rtve.es/alacarta/videos/clara-campoamor-la-mujer-olvidada/

lunes, 19 de noviembre de 2012

VERBO






Maravillosa película, especialmente para jóvenes,
poética, creativa, inteligente, profunda.
Os la recomiendo, lo mejor que he visto del cine
español del 2011.

Un 11 para Eduardo Chapero Jackson

jueves, 8 de noviembre de 2012

ENRAIZAMIENTO



Enraizada en ningún lugar ,
ciudadana del mundo y un poco más allá.
Alma celeste,  raíces aéreas.
En transito, de paso, entre mundos ,
con los mástiles al cielo.

HYR

Música:  ATARAXIA.

LA REINA ISABEL LA CATOLICA




Cuando empezaron a emitir la serie ISABEL.
Sentí mucha curiosidad por verla.
Mi hermana...católica, practicante idealista, me dijo que era una Santa.
Pero yo tenía otra información sobre ella, más por la vía islámica y
libros de historia que había leído, pero aún así sentía  gran expectación
por ver como  la enfocaban .

Me sorprendió mucho al buscar cronológicamente por internet,
 los años de Isabel históricos y coincide mucho con la propuesta de la serie,
todo está sacado y muy documentado de libros de cronistas de la época.

He visto los 9 capítulos que se han emitido y me está gustando mucho.
Quiero verla hasta el final, así tendré información desde los dos lados
para tener una visión más objetiva.

También estoy intrigada por ver como van  abordar el tema de la
Santa inquisición y la expulsión de los judíos y musulmanes, con el
genocidio o conversión, porque esto con la santidad no cuadra mucho .

Creo que los dos enfoques están polarizados y tal vez en el centro neutro
esté la verdad.

Por lo que se puede ver en todos los puntos de vista , fue una mujer, valiente,
responsable, ambiciosa, segura, con una gran determinación, adelantada  a
su época ,en su independencia y a la vez muy devota y religiosa,
Unificó España, financió y apoyó el descubrimiento del Nuevo Mundo,
pero también dejó una España uniformizada con el mismo color, eliminando
la belleza de la diversidad y la convivencia con respeto,
que floreció en Al-Andalus durante la mayor parte de sus ocho siglos.

Os invito a investigarla, desde la serie de TV y a leer el artículo desde la
otra visión, que hay mas abajo.

Un gran personaje histórico femenino con una  gran repercusión social
en su época.

HYR

LA SERIE ISABEL RTVE

http://www.rtve.es/alacarta/videos/isabel/

Aquí podéis ver la serie completa , hasta los capítulos que se han emitido


Isabel la Católica: otra santa más para la guerra
Su política ayudó a afianzar la influencia social y el poder político de la Iglesia durante siglos

No ha podido ser más inoportuna la propuesta aprobada por la Conferencia Episcopal Española de que se reavive el proceso de beatificación de Isabel la Católica, iniciado por sus antecesores en tiempos de Franco y Pío XII. Vivimos momentos de máxima gravedad en el conflicto israelo-palestino que envenenan diariamente judíos ultraortodoxos y partidarios de la jihad islámica en su pugna por lugares y territorios que ambos consideran santos. En la India, en estos últimos días, y también disputando por un lugar sagrado, hindúes y musulmanes se han dedicado a quemar trenes atestados de gente (el fuego es un medio de liquidación del adversario muy del gusto de las religiones, porque purifica, elimina cualquier resto de contaminación maléfica). Y desde Argelia hasta Manhattan, los fundamentalismos religiosos atizan el enfrentamiento entre países y culturas, por si fueran pequeños los problemas de la modernización y de la dependencia. Las religiones, en resumen, están demostrando ser un factor que agrava, más que apacigua, los conflictos humanos. Y he aquí que el catolicismo, quizá por haber perdido algo de sus viejos fervores bélicos, no ha desempeñado un papel destacado en estas luchas recientes. Yo diría que por suerte para él. Los obispos españoles, sin embargo, no están contentos. Quieren participar.
La Iglesia eleva a alguien a los altares porque lo propone como modelo de conducta para los cristianos. ¿Lo fue de verdad Isabel de Trastámara? Alcanzó, para empezar, el trono de Castilla de una forma, cuando menos, polémica: disputándoselo a Juana, hija legítima, en principio, del rey Enrique IV y su segunda esposa, Juana de Portugal, y reconocida como heredera por las Cortes de Toledo de 1462. Pero Isabel, hermana del monarca, se apoyó en las fracciones nobiliarias, siempre deseosas de socavar el poder real, y fomentó el rumor de que Juana era la Beltraneja, una hija adulterina de la reina, logrando al fin que fuera desheredada. Ello dio lugar, como se sabe, a una guerra civil, desarrollada en varias fases, antes y después de la muerte de Enrique IV. Juana recibió el apoyo del rey de Portugal, su tío Alfonso V, que pensaba desposarse con ella. Pero Isabel contraatacó concertando su matrimonio con el príncipe heredero de Aragón, Fernando, y apresurándose a celebrarlo. Un obstáculo se oponía a las prisas de los contrayentes: que eran primos, lo que obligaba a pedir una dispensa papal que tardaría meses en llegar. La dificultad se resolvió falsificando el documento, hecho sobre el que hay acuerdo unánime entre los historiadores y que espero los señores obispos no encuentren modelo recomendable de conducta (porque sería arrojar piedras contra su propio tejado). A partir de ahí, se inició la fase definitiva de la guerra civil, que acabó en 1479 con la victoria de Isabel y el bando aragonés.
Hasta aquí, por tanto, no tenemos mucho de ejemplar en la vida de Isabel. Como aspirante al poder, no había sido sino una hábil jugadora en el tablero político, sin más escrúpulos con la ley o con los derechos de los otros candidatos de los que mostraría un aventajado discípulo de Maquiavelo. Pero no es ésta la principal razón por la que no deberían proponer su beatificación, porque lo más grave vino luego, cuando se convirtió en reina y se ganó el título de Católica.
Una vez instalados en sus dos tronos, los monarcas de Castilla y Aragón emprendieron, como todo el mundo sabe, una guerra contra el único reino musulmán que quedaba en la Península, el nazarí de Granada. La guerra fue larga y terminó en victoria. Pero no por medio de la "conquista de Granada", como suele decirse, sino por la capitulación pactada de esta ciudad. "Capitulaciones" se llamaron, en efecto, a las condiciones firmadas por Isabel y su esposo, por las que el reino entró bajo la soberanía castellana, pero comprometiéndose a respetar la lengua, la religión, la forma de vestir y las autoridades judiciales tradicionales de los hasta entonces súbditos de Boabdil.
Cláusulas semejantes se habían pactado en previos avances cristianos hacia el sur y algo de tolerancia y de convivencia multicultural había tenido lugar, en efecto, en el Toledo de Alfonso VI o la Sevilla de Alfonso X. Pero esta vez no iba a ser así. Durante los primeros años, los reyes mantuvieron en el obispado de Granada a Hernando de Talavera, fraile culto y paciente que intentó, desde luego, la conversión de los musulmanes, pero por métodos pacíficos, limitando la actuación de la Inquisición y haciendo que sus predicadores aprendieran el árabe para facilitar la aceptación de su mensaje. A Talavera -a quien nadie propone canonizar hoy- le sucedió Cisneros, que emprendió la evangelización de los musulmanes granadinos por métodos coactivos mucho más directos, con lo que forzó rápidamente unos miles de conversiones, pero también provocó dos sublevaciones sucesivas, en el Albaicín y las Alpujarras, reprimidas sin contemplaciones por orden de la propuesta beata y su esposo.
El 14 de febrero de 1502 -acaba de cumplirse el medio milenio, aunque ha pasado desapercibido-, la real pareja decidió, por fin, desentenderse de aquellas "Capitulaciones" que había firmado con toda solemnidad diez años antes. Y se decretó la expulsión de todos los granadinos que no aceptaran la conversión al cristianismo. No quiero en este artículo discutir el acierto o la necesidad política de aquella medida, sino juzgarlo como ejemplo moral. Y, francamente, no me parece que estén los tiempos como para erigir en modelo de conducta a quienes, por un lado, desprecian de manera tan descarada la palabra dada y, por otro, imponen su religión por medios tan violentos. Una imposición que se repetiría en esa América en la que tantas almas se "conquistaron", según constatan con satisfacción los obispos.
Con los musulmanes, los reyes no hacían sino repetir la fórmula utilizada diez años antes con los judíos. El decreto de conversión forzosa o expulsión de los judíos se había dictado, en efecto, en la primavera de aquel célebre 1492, sólo tres meses después de la capitulación de Granada. En este caso hubo una circunstancia agravante, ya que, según parece, los monarcas aprovecharon la expulsión para desembarazarse de una comunidad con la que habían contraído graves deudas durante la guerra granadina. De nuevo evitaré debatir aquí si la paz social que ganó el país con la homogeneidad religiosa compensó la pérdida que supuso la expulsión de aquel sector social tan dinámico intelectual y profesionalmente. Ahora sólo se trata de evaluar la catástrofe humana que provocó la medida, el desprecio que mostró la reina hacia el sufrimiento de sus semejantes: unas cien mil personas, al menos, hubieron de abandonar la tierra donde sus antepasados habían vivido más de un milenio, se vieron obligados a malvender sus propiedades y a emigrar sin poder llevarse el oro o la plata obtenido en la venta, con las imaginables secuelas de muertes de ancianos y niños en el camino y de ejecuciones ejemplares para quienes se resistían a obedecer la orden. Hay todavía rincones en Europa donde los descendientes de aquellos sefardíes conservan y cultivan su castellano del siglo XV y recuerdan con nostalgia aquella Sefarad de la que tuvieron que salir por orden de la reina católica. ¿Cómo pueden recibir la noticia de la beatificación de la firmante de aquel decreto? Puede que los obispos se hayan planteado esta pregunta y puede que no, pero en ambos casos parecen tener, ante esta población, una insensibilidad parecida a la que mostró aquella reina a la que hoy quieren beatificar.
Tampoco terminan ahí los agravios. Otro más hay, esta vez inferido a la humanidad en su conjunto, a la libertad de pensamiento y expresión, al mundo moderno que anunciaba su aparición y a la comunidad intelectual en especial. Al comienzo mismo de su reinado, Isabel de Castilla, con el pretexto de vigilar la ortodoxia de los judeo-conversos y castigar a quienes recayesen en sus antiguos cultos, extendió a Castilla el Tribunal del Santo Oficio. No es que hasta entonces no se hubiera reprimido la "herejía" -es decir, las interpretaciones del mensaje bíblico diferentes a la mantenida por la Iglesia-, pero este rincón de Europa se había resistido a establecer un tribunal especial encargado de tal misión. Siguió resistiéndose, tras adoptar la medida los Reyes Católicos, como demuestra el asesinato del inquisidor Pedro de Arbués en Zaragoza. Pero a la postre los reyes impusieron su voluntad. Y como los judíos y musulmanes acabaron siendo expulsados, sus sucesores, convertidos por ley en cristianos, cayeron bajo la jurisdicción inquisitorial, al igual que cayó todo sospechoso de albergar ideas innovadoras que pudieran atentar contra el dogma. Durante más de tres siglos, el tribunal pesaría como una losa sobre cualquier mente pensante del país y apartaría a éste de la revolución intelectual que sacudió a Europa. Y del número total de "relajados" -condenados a la hoguera- por parte del Santo Oficio a lo largo de sus trescientos años de historia, aproximadamente la mitad correspondieron al cuarto de siglo inicial; justamente los años que duró el reinado de aquella Isabel I que ahora los obispos españoles proponen para la beatificación.
Ellos sabrán. O de verdad se consideran mensajeros de una religión de paz y amor, y en ese caso adoptan gestos que ayuden a la reconciliación y el apaciguamiento de los conflictos humanos, o prefieren ser beligerantes en la pugna por el poder terrenal, invocando mandatos sobrenaturales. En este último caso, no hay duda de que hacen bien en beatificar a Isabel la Católica, porque sus medidas ayudaron a afianzar la influencia social y el poder político de la Iglesia durante siglos. Pero me temo que la única opción que nos queda entonces a los demás, a quienes queremos legar a nuestros hijos una sociedad pacífica y civilizada, consiste en pedir que el dinero público destinado a educación se dedique exclusivamente a impartir valores cívicos, sin el menor contenido religioso. No por anticlericalismo, sino por vacunarnos contra futuros conflictos. Porque, a juzgar por los modelos de conducta que nos proponen, los obispos parecen decantarse por un tipo de religión peligrosa para la convivencia ciudadana.
13/05/2005 - Autor: José Álvarez Junco - Fuente: http://perso.wanadoo.es/morbus/home7.htm

sábado, 13 de octubre de 2012

DESPUÉS DEL FUEGO







Este verano la isla de Mallorca fue arrasada por el fuego , hubo 17 incendios en un periodo de 7 días.

Desde mi casa, el 16 de julio veíamos como ardía el bosque en la Tramontana y las llamas estaban tan cerca, que pensábamos que nos iban a evacuar.

Hoy 12 de octubre fuimos a dar un paseo por nuestro querido bosque , que ha sido testigo de tantas excursiones de los vecinos y turistas amantes de la naturaleza.

Este vídeo es el resultado de ese encuentro.

Aunque se ve la desolación, todo esta prendido de brotes verdes nacientes, la naturaleza y la vida se abren paso, tras la desolación y el dolor.

Un poema para GAIA.