La leyenda de Deirdre
Hace ya mucho tiempo, el rey Connacher, de la familia del Ulster, se encontraba en su Gran Salón disfrutando de una agradable velada. Había mucha gente ese día, más de mil se habían congregado en el salón del rey y había una gran alegría. A parte se encontraba Malcom, el arpista del rey, que estaba junto a su esposa, que estaba embarazada. Justo en el momento en el que el rey iba a hacer un brindis, se escuchó un estrepitoso grito, cuya procendencia fue desconocida. Tras la incertidumbre que este grito creó, se descubrió, poco más tarde que el grito procedía de la barriga de Elva, la mujer de Malcom. El rey puso su mano sobre la barriga de Elva y comprobó que el bebé no era un bebé corriente; tendría una gran belleza, la más grande de Irlanda, pero traería problemas, ya que habría luchas por ella.
Tras escuchar esto, se quiso darle muerte a la niña, pero el rey tuvo compasión y dijo que él se la quedaría para criarla y que cuando fuera mayor, él mismo se casaría con ella, así no habría disputas.
Cuando la niña nació, el rey hizo construirle una casa y la puso al cuidado de Levarcham, una mujer de confianza del rey. El rey puso a la niña de nombre Deirdre. La niña creció en los ambientes de la caza y Levarcham le enseñó todo lo que sabía sobre flore y hierbas, y también a tocar el arpa y a cantar. La belleza y la bondad de Deirdre crecían día a día.
El dís del quince cumpleaños de Deirdre, Levarcham le dijo que cuando cumpliera dieciséis tendría que casarse con el rey Connacher, ella se entristeció mucho, ya que no era esa su voluntad.
Un día, sentada junto a su ventana, vio una manzana roja caer al suelo y a un cuervo venir a recogerla y pensó: -Ése cuervo se parece al hombre que vi ayer en sueños; tenía los cabellos negros, las mejillas rojas como la manzana y la piel blanca como la nieve sobre la que ha caído la manzana. Levarcham al verla la llamó y la apartó de aquella visión.
Una mañana Deirdre escuchó una preciosa voz y fue tras ella hasta hallar a Naois, el hombre de su sueño. Al verse, ambos se enamoraron y se prometieron amor eterno. Huyeron junto a los hermanos de Naois, pero éste quiso regresar a Irlanda.Cuando el rey supo que Deirdre estaba en Irlanda, fue a verla con sus propios ojos y mandó matar a Naois. Cuando Deirdre lo supo creyó morir pero rápidamente se la llevaron en un carro a que se encontrara con el rey. En un descuido, Deirdre sató del carro y se golpeó la cabeza con una piedra y murió.
El rey mandó enterrarla en las Grandes Llanuras, pero, clandestinamente, se la enterró en la tumba de al lado de la de Naois. Años más tarde, crecieron junto a las tumbas dos árboles cuyas ramas acabaron uniéndose, demostrando así que ni la muerte podría acabar con el fuerte amor que se profesaban Deirdre y Naois.
Leyenda irlandesa
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